Este fin de semana participé en un curso de”diseño de un huerto ecológico” y aunque ni el tiempo ni mi cuerpo acompañaban para disfrutar plenamente del campo, la experiencia como mínimo me ha hecho reflexionar.
Aunque soy de pueblo, tengo que reconocer que no tengo ninguna cultura ni tradición agrícola y la mayor parte de los conceptos y las prácticas agrícolas me son desconocidas. Por lo que pido disculpas de antemano si mis reflexiones os resultan peregrinas.
Me llamó poderosamente la atención el hecho de dividir el huerto en bancales (pedazos de tierra para cultivar) para hacer rotación de cultivos y de esta forma, gracias a las características especificas de las plantas y a la sucesión de cultivos conseguir un suelo más fértil y estable. Ya que unas especies aportan al suelo lo que otras necesitarán al año siguiente y de esta forma el suelo no se empobrece con un mismo cultivo año tras año.
Además, a esta técnica de cultivo unen la asociación de diferentes plantas, en cada bancal y en cada plantación, para que entre ellas se beneficien y potencien sus cualidades y, de esta forma conseguir producciones de mayor calidad y cantidad, lo que en un lenguaje más técnico llamaríamos generar sinergias.

Es decir, este tipo de práctica agrícola es pura Responsabilidad Social Empresarial: conseguir la mayor rentabilidad de la tierra, aunando tradición y nuevas tecnologías, respetando y enriqueciendo el medio donde se lleva a cabo la actividad y, al tiempo, buscando su perdurabilidad en el tiempo (sostenibilidad).
Pero, mi reflexión a partir de esta experiencia es ¿nos estará pasando a las personas lo mismo que al campo con tanto monocultivo intensivo? Tanta especialización y tanta independencia (individualismo) ¿no nos estará conduciendo a nuestra propia desertización?
¿Te has planteado alguna vez cómo te interesa diseñar tu huerto?