Reflexionar sobre el futuro es sobre todo pensar el presente, es estar dispuestos a correr riesgos. Desde esta voluntad de pensar arriesgadamente podemos afirmar que el futuro es de las empresas éticas y socialmente responsables.
Hablar de globalización puede significar cualquier cosa porque lo que quiere decir depende del que habla. Ahora bien, hay dos hechos innegables: el primero es que sin el impacto de los cambios tecnológicos y económicos hoy no estaríamos hablando de globalización. Y, el segundo, constatar que existe un actor sin el cual no podríamos entender los procesos de globalización, la empresa.
El desarrollo de estos procesos tiene consecuencias sociales, políticas, económicas, medioambientales,... y, por tanto, se hace necesaria la presencia clara de estas dimensiones en la configuración de los procesos de globalización. Más aún, si cabe, cuando todavía somos conscientes de que vivir humanamente comporta construir de forma activa la respuesta a la pregunta “¿hacia dónde queremos ir?”, y no simplemente constatar pasiva o depresivamente hacia dónde nos conducen.
Son cada vez más los economistas y empresarios que piensan que un nuevo capitalismo menos economicista y más humanista y solidario está dando lugar a un nuevo paradigma empresarial más rentable y más acorde con una implantación y desarrollo de una globalización más eficiente y humana.
Podríamos decir que la empresa contemporánea gestiona cuatro capitales: el económico, el humano, el social y el medioambiental. La idea de sostenibilidad empresarial presupone que estas alcanzan sus objetivos integrando estos capitales en sus estrategias empresariales.
Son cada vez más los consumidores y las organizaciones no gubernamentales los que están desarrollando iniciativas de consumo responsable y desarrollo sostenible. Asumiendo la obligación de promover, garantizar e incentivar a las empresas y las prácticas comerciales responsables, presionando a las empresas, velando por una mejor información hacia los ciudadanos y una mayor conciencia de los problemas, así como fomentando la demanda de bienes producidos de una manera socialmente responsable que no originen ningún daño social. Fomento del comercio justo y del consumo justo.
Se hace cada vez más necesario un nuevo planteamiento de las reglas del juego social, económico y político, acorde con los nuevos valores emergentes en las sociedades desarrolladas, donde la ética se imponga. Los valores son el eje de la actuación responsable (personal y empresarial). Pero, el verdadero éxito proviene no de proclamarlos sino de ponerlos en práctica todos los días.
La problemática económica, social y medioambiental del mundo no puede mantenerse. Se necesitan innovaciones que contribuyan a una solución. Se necesitan cambios. Vivir es un proceso en el que la creatividad y el aprendizaje son esenciales. Ello supone ciertas dosis de humildad y de coraje, de curiosidad y de compasión. El premio es mantenerse en el tiempo con la satisfacción de estar contribuyendo al bienestar y al auténtico progreso del mundo en que vivimos.
“En tiempos de cambio los que aprenden heredan la tierra, mientras que los que todo lo saben se encuentran perfectamente equipados para lidiar con un mundo que ya no existe”.
Eric Hoffer
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