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¿Podemos no sufrir?

Actualizado: 26 nov 2018


La experiencia del sufrimiento es universal, ni siquiera las personas más afortunadas se ven a salvo de ella, del dolor. Sin embargo, es como si nos pensáramos que no nos corresponde: ¿por qué tuvo que pasarme esto a mí? exclamamos cuando sufrimos, mostrando el sin sentido de ese mal (algo que no nos preguntamos cuando sentimos placer, éste… sí nos corresponde naturalmente).


Algunos de los males que nos aquejan son inevitables, no está en nuestra mano impedir que sucedan ciertas cosas. Por ejemplo, la muerte de un ser querido. Diferentes filosofías –entre ellas el estoicismo y el budismo- coinciden en afirmar la necesidad de aceptar que el dolor es parte de la vida y, también, la existencia de circunstancias adversas que conllevan sufrimiento.



Esta aceptación del dolor no es la aceptación pasiva de la resignación sino la aceptación valiente de lo que ocurre (amor fati). Este amor es compatible con la posibilidad de revisar los aspectos que uno puede modificar, con la de dotarnos de los medios que dependen de nosotros para transformar el mundo, sin por ello desperdiciar energía en aquello que no puede cambiarse.


“Nadie me parece más desgraciado que el que nunca experimentó una desgracia. Piensa que entre los males que parecen tan terribles, no hay ninguno que no podamos vencer; ninguno sobre el cual no hayan triunfado los grandes hombres. ¡Sepamos triunfar también nosotros sobre algo!”
Séneca
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