Podemos hacer un símil y considerarnos a la vez semilla y jardinera.
Las semillas son pura potencialidad, llevan en su interior todo lo que necesitan para desarrollarse en lo que son.
Y, por otro lado, somos la jardinera que se encarga de crear el clima y condiciones propicias para que la semilla se desarrolle adecuadamente: humedad, temperatura, nutrientes,…
Aquí aparecen dos de las ideas fundamentales con las que trabajo:
- Una es que como semillas somos pura potencialidad. Tenemos dentro de nosotras todo lo que necesitamos para desarrollarnos y ser lo que somos.
- La otra es que, aquí empiezan las preguntas que se hace la jardinera. Somos semillas pero ¿semillas de qué? Dependiendo de qué tipo de semilla seamos, así serán nuestros cuidados si queremos que se desarrolle adecuadamente.
Por eso la actitud de la jardinera es fundamental. Una actitud de querer aprender, de investigar, de probar. Es esta actitud la que nos va a permitir ir creando las condiciones adecuadas para desarrollar plena y adecuadamente la semilla que somos.
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