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Sobre la felicidad


Si entendemos la felicidad como la posesión o el disfrute continuado de sólo la parte positiva de las cosas, es una utopía.


Pero si la entendemos como resultado de la integración de los opuestos (aceptación), de la fugacidad de las cosas (desapego) y de entrega a la experiencia comprometida con la realidad (veracidad) es posible llegar a mantenernos felices permanentemente.




“Quien así actúa no olvida, en los momentos de alegría, que estos son pasajeros y que sobrevendrán momentos de tristeza. Cuando experimenta tristeza, tiene presente que tal estado pasará y que volverá a sentir alegría. No engrandece lo primero; no dramatiza lo segundo. Sabe que su ser más íntimo radica más allá de este vaivén; que no es péndulo, sino la mano que lo sostiene; y halla en este saberse sostén y no péndulo, en este sentirse libre interiormente con respecto a las oscilaciones de la existencia y a los contenidos de tonalidades ilimitadas que la componen, una felicidad de otra naturaleza: la única que es inexpugnable y permanente. Halla el contento invisible que es más fuerte que el visible; la armonía invisible que es mejor que la obvia”.
Mónica Cavallé
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